Sentirse agotado por no tener nada que hacer también es una forma de desgaste laboral. El síndrome Boreout afecta a más personas de las que imaginamos y puede pasar desapercibido en entornos donde la falta de motivación y la rutina se normalizan. En este artículo te contamos cómo identificarlo a tiempo y qué hacer para prevenirlo.
Puntos clave
- Forma de desgaste profesional que se produce cuando una persona se siente aburrida, desmotivada o infrautilizada en su puesto de trabajo.
- Las personas con boreout experimentan un aburrimiento constante, fatiga mental, apatía, pérdida de interés por sus funciones y una notable falta de motivación.
- El boreout puede afectar seriamente la salud emocional, generar una baja autoestima, aumentar la rotación de personal y reducir el compromiso y la productividad en el entorno laboral.
Tabla de contenidos
1. ¿Qué es el síndrome Boreout?
El síndrome Boreout es un tipo de desgaste laboral que se produce cuando una persona se siente aburrida, desmotivada o infrautilizada en su trabajo. A diferencia del burnout, que está relacionado con el estrés por exceso de tareas, el boreout surge por falta de retos, monotonía o escasa carga de trabajo.
Sus principales causas suelen ser:

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- Tareas repetitivas o poco estimulantes.
- Sensación de que el trabajo no tiene sentido.
- Escasa participación en decisiones o proyectos.
- Horarios largos sin una ocupación real.
Y los síntomas más comunes incluyen:
- Aburrimiento constante.
- Fatiga mental y desinterés.
- Disminución del rendimiento.
- Ansiedad, insomnio o tristeza.
Aunque pueda parecer un problema menor, el boreout puede afectar gravemente al bienestar emocional y la salud mental si no se detecta y se aborda a tiempo.
2. ¿Cómo el Burnout afecta la salud mental?
El burnout tiene un impacto profundo y progresivo en la salud mental de quien lo sufre. Aunque empieza como una respuesta al estrés laboral prolongado, sus efectos pueden extenderse mucho más allá del entorno de trabajo, afectando el bienestar emocional, la autoestima y la vida personal.

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Una de las primeras consecuencias es la fatiga emocional, una sensación constante de agotamiento que no se alivia con descanso. Las personas con burnout suelen sentirse sin energía, saturadas mentalmente y con dificultades para concentrarse, lo que puede generar frustración y bajo rendimiento. Este agotamiento va acompañado de una desconexión emocional del trabajo, donde las tareas se hacen de forma mecánica, sin implicación ni motivación, lo que lleva a una pérdida de sentido y propósito profesional.
Con el tiempo, también aparecen síntomas más graves, como ansiedad, irritabilidad, insomnio y pensamientos negativos recurrentes. Muchas personas comienzan a dudar de su propia capacidad, se sienten inadecuadas o incluso culpables por no poder rendir como antes. Esto puede deteriorar la autoestima y aumentar el riesgo de desarrollar trastornos como la depresión. Además, el burnout puede generar aislamiento social, ya que la persona tiende a retraerse, evita conversaciones o se muestra distante, incluso en su vida personal.
En resumen, el burnout no es solo «estar cansado del trabajo», sino una señal de que la salud mental está en riesgo. Ignorarlo puede llevar a consecuencias graves y duraderas. Por eso es tan importante detectarlo a tiempo, buscar apoyo y tomar medidas para recuperar el equilibrio emocional y físico. Cuidar la salud mental debe ser una prioridad, no una opción.
3. ¿Qué causa el burnout?
El burnout en el trabajo, o síndrome de desgaste profesional, suele ser el resultado de una combinación de factores que generan estrés crónico y desbordamiento emocional. Estas son algunas de las causas más comunes:

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- Sobrecarga de trabajo constante: Cuando la carga laboral supera la capacidad de una persona durante largos periodos, se acumula fatiga física y mental. Esto puede incluir tareas interminables, plazos muy ajustados o jornadas prolongadas sin descanso adecuado.
- Presión excesiva por resultados: Expectativas poco realistas, objetivos inalcanzables o entornos extremadamente competitivos hacen que el trabajador viva en un estado de tensión permanente.
- Falta de control sobre las tareas: No tener autonomía para tomar decisiones, ni margen para organizar el propio trabajo, genera frustración e impotencia.
- Reconocimiento insuficiente: El esfuerzo constante sin recibir agradecimiento, reconocimiento o recompensas (económicas o emocionales) puede minar la motivación y el compromiso.
- Ambiente laboral tóxico: Relaciones laborales tensas, conflictos constantes, falta de apoyo del equipo o del liderazgo, y una cultura de empresa basada en el miedo o la desconfianza también son factores clave.
- Desalineación entre valores personales y los de la empresa: Cuando el trabajo entra en conflicto con los principios o el propósito personal, aparece el malestar emocional.
- Falta de recursos o herramientas para hacer el trabajo: Trabajar con limitaciones constantes o sin los medios adecuados genera una sensación de ineficiencia permanente.
- Ausencia de equilibrio entre la vida personal y laboral: Cuando el trabajo invade el tiempo de descanso o afecta la vida familiar y social, el cuerpo y la mente no logran recuperarse adecuadamente.
4. ¿Cuáles son las diferencias entre el burnout y el boreout?
El burnout y el boreout son dos síndromes relacionados con el entorno laboral, pero sus orígenes y manifestaciones son muy distintos. El burnout, también conocido como síndrome de desgaste profesional, aparece como resultado del estrés crónico causado por una carga de trabajo excesiva, altas exigencias o presión constante. Las personas que lo padecen suelen sentirse agotadas física y emocionalmente, desbordadas por la cantidad de responsabilidades que deben asumir y con la sensación de que nunca es suficiente. Con el tiempo, esto genera una profunda desmotivación, insomnio, ansiedad e incluso síntomas depresivos, y es muy frecuente en profesiones con un alto nivel de compromiso o carga emocional, como la sanidad, la docencia o la atención al cliente.
Por otro lado, el boreout es un síndrome mucho menos visible pero igualmente dañino. En este caso, el problema no es el exceso de trabajo, sino todo lo contrario: la falta de estímulo, de desafíos y de sentido en las tareas diarias. Se produce cuando una persona se siente infrautilizada, atrapada en una rutina monótona o en un puesto en el que no puede desarrollar su potencial. Esta situación genera una sensación constante de aburrimiento, vacío y frustración, que puede derivar en desmotivación crónica, aislamiento, baja autoestima y deterioro emocional. A menudo, quienes lo sufren intentan aparentar que están ocupados para evitar llamar la atención, lo que empeora aún más su estado mental.

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Mientras que el burnout suele ser más visible y reconocido por las organizaciones, el boreout puede pasar completamente desapercibido, ya que se asocia erróneamente con la “comodidad” de no tener demasiado trabajo. Sin embargo, ambos afectan de manera significativa a la salud mental y al rendimiento laboral, y requieren estrategias de prevención y abordaje específicas por parte de las empresas. Reconocer la diferencia es clave para actuar a tiempo y promover entornos de trabajo más saludables y equilibrados.

5. ¿Cómo prevenir el burnout?
Prevenir el burnout requiere un enfoque integral que combine acciones personales con una transformación del entorno laboral. A nivel individual, uno de los primeros pasos es aprender a establecer límites claros entre la vida personal y profesional. Es fundamental respetar las horas de descanso, evitar llevar trabajo a casa (en la medida de lo posible) y no sentirse culpable por desconectarse. Aprender a decir «no» y gestionar las expectativas propias y ajenas ayuda a reducir la sobre exigencia. También es clave organizar las tareas, priorizar lo urgente y delegar cuando sea necesario para evitar la acumulación de responsabilidades.
El cuidado de la salud física y emocional también es una pieza clave. Dormir bien, mantener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio de forma regular y tomarse pausas durante la jornada laboral contribuyen a recargar la energía y mejorar el estado de ánimo. Además, contar con una red de apoyo emocional —ya sea con colegas, amigos o un terapeuta— permite expresar lo que se siente, compartir cargas emocionales y tomar distancia de los problemas laborales. También es importante dedicar tiempo a actividades placenteras y personales, como hobbies, deporte, arte o simplemente descansar. Estas actividades ayudan a desconectarse del trabajo y recuperar el equilibrio emocional.
Desde el lado de las organizaciones, la prevención del burnout pasa por garantizar una carga de trabajo realista y bien distribuida. No se trata solo de reducir tareas, sino de evitar la sensación constante de urgencia o de presión que muchas veces paraliza en lugar de motivar. La empresa debe fomentar una cultura que priorice el bienestar, donde se reconozcan los logros, se escuche a los equipos y se promueva la empatía en la gestión. Los líderes tienen un papel fundamental: deben estar capacitados para identificar signos de agotamiento, ofrecer apoyo y crear entornos psicológicamente seguros donde las personas se sientan valoradas y comprendidas.
Otro aspecto clave es el desarrollo profesional. Cuando los empleados sienten que no avanzan, que su trabajo carece de sentido o que están estancados, la motivación se desvanece. Por eso, brindar oportunidades de formación, nuevos retos o posibilidades de crecimiento es una excelente manera de prevenir el desgaste emocional. Además, promover espacios de diálogo, pausas activas o actividades de bienestar dentro del horario laboral puede ayudar a reducir la tensión y generar una sensación de comunidad.
En resumen, el burnout no es una debilidad individual, sino una consecuencia de entornos laborales mal gestionados. Prevenirlo exige un cambio de mentalidad, tanto personal como organizacional, y el compromiso real de poner el bienestar en el centro de la cultura de trabajo.
6. ¿Cómo combatir el burnout?
Combatir el burnout requiere tiempo, conciencia y una intervención tanto personal como organizacional. No basta con descansar un par de días: se necesita una estrategia sostenida para recuperar el equilibrio físico, mental y emocional, y reconstruir la motivación. El primer paso es reconocer el problema. Muchas personas normalizan el agotamiento o lo ven como parte del “compromiso laboral”, lo que retrasa su recuperación. Identificar los síntomas como la fatiga crónica, la irritabilidad, el desapego emocional o la baja productividad permite tomar acción antes de que el desgaste sea mayor.
Una vez detectado, es fundamental hacer una pausa real y priorizar el autocuidado. Esto puede significar tomar días libres, renegociar responsabilidades o incluso, en casos severos, solicitar una baja médica. En paralelo, se debe restablecer una rutina más saludable: mejorar los hábitos de sueño, practicar ejercicio físico, alimentarse bien y dedicar tiempo a actividades que generen placer. También es importante trabajar en la gestión emocional, ya sea a través de terapia psicológica, mindfulness, respiración consciente o cualquier técnica que ayude a reducir la ansiedad y reconectar con uno mismo.
Desde el entorno laboral, la comunicación abierta con jefes o responsables directos es clave. Hablar de la situación, expresar necesidades y buscar soluciones conjuntas puede aliviar la presión. Las empresas deben estar dispuestas a ofrecer ajustes temporales en la carga de trabajo, apoyo emocional o incluso acompañamiento psicológico. También es recomendable revisar si el rol actual está alineado con las habilidades, intereses y valores personales. En algunos casos, el burnout puede ser una señal de que es momento de un cambio de responsabilidades o incluso de rumbo profesional.
Otro aspecto fundamental es reconectar con el propósito del trabajo. Muchas veces el burnout se agrava cuando las tareas diarias pierden sentido o se convierten en una rutina mecánica. Buscar nuevos retos, participar en proyectos que entusiasmen o sentirse parte de algo más grande puede ayudar a recuperar la motivación. Finalmente, es clave recordar que salir del burnout no es un proceso inmediato ni lineal. Requiere paciencia, compasión hacia uno mismo y el compromiso de construir una vida laboral más saludable y equilibrada. Combatirlo no es solo recuperar energía, sino también transformar la manera en que trabajamos y nos relacionamos con nuestro entorno profesional.
