El futuro de la aviación tiene un camino lleno de retos, que revolucionarán los trayectos tal y como los ahora conocemos.
Cada poco tiempo surge un invento que pretende revolucionar el mundo de la aviación. Vehículos que alcanzan velocidades inimaginables, asientos imposibles y gadgets futurísticos están a la orden del día. No obstante, ya sea por motivos técnicos o económicos, el 99% jamás verán la luz.
Por ello, The Telegraph ha seleccionado 18 maneras reales en las que viajar en avión puede cambiar durante los próximos cinco, diez y quince años.
En los próximos cinco años…
El fin de los pasaportes: A finales de 2017, el Aeropuerto Internacional de Dubái ya empezará a dejar atrás los pasaportes. Lo hará gracias a un sistema de reconocimiento facial en túneles biométricos. En la misma línea, Australia pretende poner en funcionamiento un sistema de pasaportes “contactless” en marzo de 2019.
Gimnasios en el aire: Airbus ha presentado un prototipo de avión modular llamado Transpose en el que se podrían montar las diferentes partes como si de un rompecabezas se tratase. Una de las opciones apuntadas, un gimnasio. Eso sí, no esperen verlo en las naves de compañías low-cost. Quizás en las grandes aeronaves de las aerolíneas del Golfo Pérsico tendrá hueco.
Starbucks: El fabricante europeo de aviones también ha pensado que las grandes marcas querrán tener sus propias cafeterías a bordo. Imagínese tomarse un frappuccino en un Airbus A380. En un lustro puede ser posible.
Zonas infantiles: Otro de los módulos más prácticos sería el de la creación de un espacio insonorizado para niños. Una especie de zona de juegos para que los más pequeños liberen las tensiones que de otro modo descargarían con llantos y gritos en la cabina tradicional.
Cobrar por volar: Este avance entra con pinzas en la categoría de inventos viables. El consejero delegado de Wow Air, Skúli Mogensen, aseguró que las aerolíneas acabarán por pagar a los viajeros que viajen con ellos. ¿Cómo? Gracias a que servicios asociados como los hoteles y los coches de alquiler podrían acabar siendo más valiosos. Otro modo, compartir en las redes sociales tu experiencia a bordo.
La expansión del largo radio low-cost: Primero fue Norwegian, luego Eurowings, después Level y por último Joon. El fenómeno del largo radio de bajo coste ya involucra a todos los grandes grupos aéreos de Europa. Si de momento la mayoría cruzan el Atlántico con dirección a Estados Unidos, si llega la liberalización del espacio aéreo ruso el flujo podría extenderse con mayor poderío a Asia.
Vuelos directos entre Europa y Australia: En 2018 se espera el primer vuelo sin escalas entre Europa y Australia. Llevará el sello de Qantas y conectará Perth con Londres en un trayecto de más de 17 horas. El Boeing 787-9 es la nave escogida.
Billetes al espacio: Ahora es una excentricidad al alcance de muy pocos, pero en cinco años será algo (ligeramente) más común. Para el año que viene, Elon Musk, el fundador de Tesla, ya tiene previsto realizar el primer viaje espacial a través del programa SpaceX.
El fin de las preocupaciones con el equipaje: En cinco años nos olvidaremos de llevar las maletas al aeropuerto con empresas como Airportr, que comenzará a funcionar en Heathrow este mismo mes de octubre. El servicio es sencillo: personal de la compañía recogerá el equipaje en cualquier dirección de Londres para cargarla directamente al avión, lista para recoger en el destino.
Ventanales: Los viajeros de negocios ampliarán su panorámica. En 2018, Boeing comenzará a instalar ventanales de casi 1,5 metros en los aviones corporativos. ¿Para cuándo su llegada a la aviación comercial?
Nuevos aeropuertos: Tradicionalmente asociamos a los aeropuertos con lugares fríos e incómodos. La tendencia va a cambiar, y un buen señuelo es el Aeropuerto Internacional de Singapur. La instalación asiática cuenta hasta con un invernadero con la flora de una selva tropical. Con su ampliación, prevista en 2019, está prevista la construcción de un jardín de cinco plantas con una cascada en el interior rodeado por cientos de restaurantes y tiendas.
En los próximos diez años…
Volar de pie: La genialidad, o bravuconada, la ha soltado William Shaw, consejero delegado de VivaColombia. Para trayectos cortos, como los que acostumbra a realizar la low-cost, la compañía estudia sustituir las tradicionales butacas por taburetes de bar. La idea optimizaría el espacio en cabina un 25%.
Aviones supersónicos: El tema de la velocidad es una ambición recurrente entre los ingenieros aeronáuticos. Actualmente hay dos proyectos que parecen contar con el suficiente músculo para reemplazar el Concorde. El multimillonario Richard Branson respalda una start-up llamada Boom que promete volar entre Nueva York y Londres en 3,5 horas.
Mientras, la NASA asegura vuelos entre Nueva York y Los Ángeles por sólo seis horas. Además, suma otro avance: su avión será la mitad de ruidoso que el Concorde. La fecha de lanzamiento: 2020.
El uso de los biocombustibles: El futuro motor de las aeronaves será impulsado por una mezcla de petróleo y biocombustibles. A principios de año, la NASA ya realizó pruebas con combustibles derivados de la Camelina y comprobó que el negro de carbón se reducía en un 50%.
En los próximos veinte años…
El fin de los controles de seguridad: Alguno que haya pasado por Barcelona estas últimas semanas desearía que el fin de los controles de seguridad llegara ya. Deberá esperar dos décadas, pero será una realidad. Los aeropuertos detectarán al pasajero a su entrada y lo monitorizarán hasta la puerta de embarque.
Aumento de los retrasos: Según la consultora National Air Traffic Services, para el 2030 los aeropuertos del Reino Unido sufrirán retrasos 44 veces peores que los actuales.
Incremento de las turbulencias: El cambio climático también afectará al transporte aéreo. Los científicos señalan que las corrientes de aire crecerán en algunos corredores aéreos. Por ejemplo, a lo largo de la ruta entre Londres y Nueva York ya son un 15% más fuertes en invierno de lo que acostumbraban a ser.
En los próximos cincuenta años…
Los aviones sin piloto: Los metros sin conductor ya son una realidad en algunas grandes ciudades del planeta, y los coches y trenes no tardarán en sumarse a la tendencia. Así, no es descabellado que los aviones sigan el mismo curso tarde o temprano.
Boeing ya ha hecho varias pruebas de aviones no pilotados en simuladores y para el año que viene aspira a realizar el primer test en una aeronave real. El verdadero reto será convencer a reguladores y compañías aéreas de su seguridad a la hora de, por ejemplo, afrontar un aterrizaje de emergencia.
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